Un extintor bajo el agua

Voy a 33 rpm

Pues sí, a partir de hoy soy un Lp que va camino del single. 33 Años. Cuando era un niño me veía a esta edad como un señor respetable con familia y un puesto de trabajo de funcionario en un ministerio (y es que siempre pensé que me convertiría en el padre de Mafalda). En fin, no me voy a poner sentimental que después del paso por el desierto de Almería, sólo me queda la entrada triunfal en Sevilla y la noche de marcha loca en el Gólgota.
Os pido un favor: si me cantáis, que sea con la voz barbitúrica de Marilyn.

El actor que hablaba de fútbol

Todos los días laborables, a las once de la mañana, se sienta en una mesa de la plaza Santa Marina. Unas veces solo, otras acompañado de alguna joven, atractiva en la mayoría de los casos. Pide un café y media tostada de jamón de York con mantequilla.

-Mételo en la tostadora después de untar, para que se derrita -le dice al dueño del bar-.

Cuando Manolo sale con el café, siempre le habla del Betis. Usa términos vagos, tales como: plantilla, delantera, banquillo o Alfonso. Porque en realidad no conoce nada acerca del club y poco le importa. Pregunta con condescendencia sobre las estimaciones del partido del próximo domingo, poniéndose en un plano superior, de la misma forma que su abuelo se dirigía a los campesinos preguntándoles por el tiempo. Pero a diferencia de su abuelo Rodrigo, él es un hombre de izquierdas, que abomina de la televisión, a no ser que le paguen bien; que juzga a la mayoría como una masa informe, equivocada… Él piensa que el teatro cambiaría el mundo si el Gobierno hiciera la suficiente inversión y que él, por supuesto, lo haría mejor. El piensa todo eso, dice todo eso… y lo peor es que liga cien veces más que yo.

Un coro de ángeles y una botella de absenta

La voz de Joanna Newsom es algo que se sale de lo común. Esta frase se dice continuamente en las revistas de música, porque en realidad no son más que catálogos de CDs y tienen que usar un lenguaje publicitario obsoleto, en este caso es totalmente cierto. Es como si emborracharas a una niña de cinco años con seis litros de aguardiente o como si sometieras a tus discos de Tom Waits a una terapia de regresión. Si alguna vez voy al cielo yo quisiera que los coros angelicales me cantaran así, a medio camino entre lo dulce y lo áspero. Si alguna religión me lo promete soy capaz no sólo de convertirme, sino de hacerme misionero y predicar sus creencias por medio mundo por absurdas que sean.
http://www.dragcity.com/video/JNewsom_sm2.mov

Defrost before eating

Más a menudo de lo que debería, mi pensamiento se llena de soberbia y comienza a imaginar una vida de guionista de éxito; llena de lujos, desenfrenos, viajes y casas sin hipotecas. En una palabra: despilfarro.
En realidad, este ejercicio mental no dista mucho del que tienen la mayoría de los españoles cuando sueñan con la Primitiva (también podríamos extender fronteras y hablar de europeos soñando con el Euromillón, que en mi opinión es el germen de ese sentimiento de una Europa Unida por el que tanto suspiran nuestros politólogos). Intento adornar mi Primitiva particular con palabras tan altisonantes como trascendencia, realización personal, comunicación… Pero no es más que un delirio egoísta. El inventarme vidas mejores no debe convertirse en una obsesión por el nivel adquisitivo. Tengo que encontrar el equilibrio entre "materialismo y creación" (perdón por la pedantería), porque para escribir algo medianamente decente no puedo estar todo el tiempo condicionado por las estadísticas.
Gracias Guille por mostrarme el camino.

Jugando a las casitas

Me he decidido a vivir en pareja. Todo surgió de repente; tan de sopetón se me propuso como de sopetón acepté, sin mayores miramientos. La cosa es tan solo por un mes, que es lo que deben durar estos experimentos con gaseosa, pero no deja de ser compartir mi espacio con un solo individuo, algo que no he hecho nunca.
Habíamos decidido que hoy sería el día de la mudanza y la mañana la he pasado metiendo la ropa, los libros y los compactos en la mochila de 70 litros que me compré cuando aún se podía decir que era un trotamundos amateur (un traveller que dirían los ingleses o un proyecto de costrilla alcohólico que diría alguien que compartiera mi afinidad por la mala leche). Después de comer me despedí de mi madre con un beso. Ella lo sabe todo y pese a sus férreas convicciones cristianas ni tan siquiera me ha lanzado una mirada de reproche. Mientras estaba esperando el tren en la estación he entrado media hora en Messenger y he estado flirteando un rato con una chica y aunque tan sólo era un juego, me he sentido un poco confundido por andar tonteando.

Tras un viaje algo accidentado por el sobrepeso que llevaba conmigo, he abierto la puerta de la que va a ser mi casa durante este tiempo. Entré dando traspiés por el pasillo porque intentaba entrar de una sola vez el equipaje y la bicicleta. Ella me ha recibido tumbada en la cama, me ha mirado con sus ojos brillantes insertos en su negritud, ha vuelto la cara, me ha maullado y ha salido del cuarto ignorándome. Ese ha sido el comienzo de nuestra vida en común.

- Ya empezamos con los caprichos, me dije para mis adentros.

Sé que más tarde vendrá buscando juego y yo no tendré más remedio que dárselo. Ese fue el trato: “Dale comida, dale juego y podrás disponer de la casa para hacer lo que quieras” ¡Dios santo, qué será de mí, con lo poco que me gustan los gatos!

Y: El último hombre

Es el mejor guión de cómic que he leído en mucho tiempo. Tiene un ritmo trepidante y aunque la ambientación apocalíptica es algo que está ya bastante manido, el enfoque filosófico y las interpretaciones de ese futuro a lo Mad Max sin hombres es bastante novedoso. Es algo así como si Orwell, el síndrome post 11-S y la cuestión de género dieran lugar a un injerto cuyo fruto amargo hace pensar, pero sin caer en el existencialismo extremo. Ya hay una productora de Hollywood que ha comprado los derechos, y es que el cómic lo está pidiendo a gritos. Esperemos que no se quede todo en una cuarta parte de "La jungla de cristal".

La depresión: Living la vida loca. Vol. 2

Knock, knock! Ella llamó a mi puerta con un correctísimo inglés. Me sobresalté y cerré a toda prisa las páginas de internet de contenido exclusivo para adultos, pensando que era mi madre quien llamaba a la puerta. Miré por la mirilla y allí estaba apostada bajo el dintel de mi puerta, fumando un cigarro que, como un vector encendido, sobresalía de la curva que formaba su lánguida figura. Era ella, María de la Depresión.

-Sé que estás ahí, he escuchado tus pasos -dijo con tono indolente-.

Me retiré sigilosamente, pero ella, parecía que me hubiera visto por una cámara de seguridad y adivinaba cada uno de mis movimientos.

-Es inútil que te vayas, voy a estar aquí hasta que me abras.

Ya hace 13 horas que sonó el timbre. He probado de todo: poner la musica alta para no escucharla, ver los dvd de documentales que regalaba el periódico el otoño pasado, cocinar para llenar 20 tupperwares, hacer tandas de abdominales superiores... Nada sirve, sé que no se irá hasta que logre entrar y me vuelva a ensuciar las entrañas.
Paciencia es el único remedio para combatir estos accesos de bipolaridad.

Con sólo 2 minutos de tu tiempo me harás un parado feliz

Mi subconsciente es más inteligente que yo. A esta conclusión he llegado en los últimos días, después de que me hayan echado de ese trabajo horrible de Almería por haber estado poniendo en evidencia la inutilidad de la mujer de mi ex jefe. No aguantaba la situación… esos spots de tomates y pepinos (mi vida se estaba convirtiendo en un gazpacho). Había decidido aguantar dos meses más hasta tener el subsidio y luego marcharme a escribir, pero mi mente estaba empezando a enfermar y ella sola buscó la salida de emergencia (tócale las narices a la mujer del jefe y saldrás antes incluso que si se las tocaras al propio jefe). Así que me comunicaron la semana pasada el despido, yo les amenacé con los sindicatos, ellos me dieron la indemnización que no me querían dar y yo me fui de aquella tierra baldía. Hasta aquí todo correcto, pero como mi ego se quedó un poco maltrecho y yo tengo que demostrar que soy algo más ingenioso que ella, cosa no muy difícil; pues se me ha ocurrido iniciar la siguiente campaña. Tan sólo os pido que incluyáis los datos de la mujer de mi ex jefe en alguna clínica de liposucción y reducción de pecho para que le manden información vía mail o vía correo ordinario. No os sintáis mal por la falta de ética de la acción, la tipa en cuestión las merece. Esta criatura soltaba por esa boca perlas como: “Yo no quiero la igualdad de sexos, las mujeres estaban mejor antes que ahora” o “a ese cliente le enseño el escote y lo tengo en el bote”. Cualquier otra iniciativa creativa será bienvenida. Haré caso al consejo Jedi y quito los datos, pero dejadme vuestro mail en los comentarios y ya decidimos conjuntamente qué hacer.