Periquín era un gallo artista y perdió
otra vez porque le entró sentimiento.
Bebía gazpacho y comía jamón, ensalada, queso y tortilla;
descansaba en hoteles y viajaba en el tren de alta velocidad;
hasta que le entrevistó la cadena de televisión del sur,
y no dijo ni pio, porque sólo cantaba dentro del armario del hotel.
Periquín ya sabía desde chico, que el pueblo era una jaula
muy bonita, pero con muy malos pájaros dentro;
que Sevilla es un campo de concentración de gallos finos de pelea,
que además hacen la gallina y ponen huevos hueros de pedo.
José David Pielfort
El gitanito ezquizofrénico
Encontrarte con David es como chuparle las cabezas a los langostinos; delicioso, pero puede resultar dañino. Cuando su trinchera sanluqueña me visita, me llena las tardes de autodefinidos y se va cuando apenas me ha dado tiempo a descifrar su primer monosílabo.
David está contento, ha editado su segundo libro de poesía y se diría que se quiere, aunque continúe arrastrando por el suelo su falsa modestia para poder seguir derrumbando los egos ajenos. Felicidades, Pirfi.
PS: El Gitanito ezquizofrénico está editado por Crecida, Aptdo de Correos 25, 21.400 Ayamonte (Huelva). crecida@terra.es